Si no se realizan los repasos adecuados es muy común estudiar durante días o semanas para después, pasado un tiempo, olvidar la mayor parte de la información.
Esta experiencia se debe a un fenómeno conocido como la curva del olvido, un proceso natural por el que la memoria tiende a desvanecerse con el tiempo si no se refuerza activamente. Por ello, para combatir la curva del olvido y optimizar tu aprendizaje, existen varias estrategias.
¿Qué es la curva del olvido?
La curva del olvido, también conocida como curva de la memoria, fue descrita por el psicólogo alemán Hermann Ebbinghaus a finales del siglo XIX. Esta teoría ilustra la pérdida de retención de la información con el paso del tiempo si no se realiza un esfuerzo consciente por recordarla.
Ebbinghaus descubrió que la mayoría del olvido ocurre poco después del aprendizaje. Sin embargo, la tasa de olvido se reduce gradualmente con el tiempo, lo que significa que la información que logramos retener a largo plazo tiene mayor probabilidad de permanecer en nuestra memoria.
¿Cómo funciona?
La curva del olvido se puede dividir en tres etapas:
- Olvido inicial rápido: tras aprender algo nuevo, la información se olvida rápidamente, especialmente en las primeras horas o días.
- Decaimiento gradual: después del olvido inicial, la tasa de olvido se desacelera, pero si no se refuerza el conocimiento, este continúa decayendo con el tiempo.
- Efecto meseta: eventualmente, la curva se nivela, indicando que la información que permanece en la memoria tiene menos probabilidades de olvidarse en el futuro cercano. Aún así, si sigues sin utilizar o repasar la información, esta seguirá desapareciendo gradualmente con el tiempo.
¿Cómo evitar la curva del olvido?
La clave para combatir la curva del olvido radica en reforzar activamente la información aprendida mediante técnicas como:
- Repetición espaciada: repasar el material a intervalos cada vez más largos. Esto ayuda a consolidar la información en la memoria a largo plazo.
- Aprendizaje por intervalos: alternar entre diferentes temas de estudio. Esto evita la saturación y mejora la retención.
- Visualización y mnemotecnia: utilizar imágenes mentales y técnicas de memoria para asociar la información abstracta con conceptos familiares.
- Elaboración: relacionar la información nueva con conocimientos previos. Esto crea conexiones neuronales más fuertes.
- Práctica: poner en práctica lo aprendido a través de ejercicios, problemas o debates.
- Descansos: tomar descansos regulares durante el estudio para optimizar la concentración y la retención.
- Herramientas tecnológicas: aprovechar apps, software y plataformas educativas para optimizar el aprendizaje y el repaso.
Consejos para planificar tu estudio
Además de todo lo anterior, intervienen otros factores:
- Prioriza los temas: dedica más tiempo a los temas más difíciles o importantes.
- Crea un horario de estudio: establece un calendario realista.
- Desglosa la información: divide los temas en bloques más pequeños y manejables.
- Utiliza un sistema de repaso: establece un plan para revisar el material aprendido en intervalos estratégicos.
- Monitorea tu progreso: realiza evaluaciones periódicas para identificar áreas de mejora.