Uno de los errores más comunes del estudio es, como comentamos en publicaciones anteriores, esperar “la inspiración” para comenzar a estudiar. Pero, una vez dado el primer paso, a veces lo difícil es mantener el ritmo.
Ya sea por otras responsabilidades: un trabajo, horarios rotativos, cuidado de familiares… a veces perdemos la motivación para estudiar. Mantener vivas las ganas puede ser clave, especialmente en los momentos que se nos hacen más cuesta arriba. Además, tiene un impacto positivo directo en el estado de ánimo.
Beneficios de mantener la motivación para estudiar
- Mejora la productividad: cuando existe una predisposición previa es mucho más fácil retener la información, lo que te permite avanzar más rápido.
- Reduce la procrastinación: la gran enemiga del estudio. Cuanto más motivado/a estés, habrá menores probabilidades de querer aplazar la preparación.
- Aumenta el compromiso: ayuda a mantener la constancia a lo largo del tiempo, lo cual es crucial para una oposición.
- Multiplica la energía: la motivación puede llegar a sentirse físicamente, se convierte en una “fuerza” para hacer las cosas que más nos cuestan.
Pero, ¿cómo se puede recuperar la motivación para estudiar una vez que se ha perdido?
Los pilares en el momento del estudio
En otras ocasiones hemos recordado la importancia de estas tres variables, imprescindibles para establecer una buena base:
- La planificación: horarios o cronogramas.
- Preparar la zona de estudio.
- Descansar.
Técnicas para recuperar la motivación
- Asociar el estudio con elementos positivos: cuando se empieza a implementar un horario o cuando cuesta más mantener el ritmo, se pueden emplear las “pequeñas recompensas” para facilitar la ejecución de las tareas. Es cierto que, con el tiempo, es preferible que la motivación provenga de uno mismo y no del exterior. Aún así, es una buena técnica para situaciones específicas.
- Apreciar el esfuerzo más que la recompensa: sea por el motivo que sea, no todo aquello en lo que trabajamos tiene por qué dar frutos (o, por lo menos, todos los que nos gustarían). Por ello, es importante valorar la capacidad y la voluntad que se tiene para lograr alcanzar las metas, más que medir las “victorias” que se hayan conseguido.
- No describirnos con etiquetas: en el estudio y en el resto de la vida, a veces es fácil recurrir a calificativos simples de situaciones que suelen ser complejas. Por ejemplo, aplazar un día el estudio por una causa personal no implica ser “vago/a”. Tampoco es “torpe” necesitar algo más de tiempo para asimilar algunos conceptos, o “incompetencia” cuando no cumplimos los objetivos que nos planteamos algunos días. Estos auto mensajes cortos y sencillos pueden llegar a calar hondo y afectar a nuestro ánimo.
- Rodearse de personas motivadas: también hemos mencionado anteriormente la importancia del apoyo externo en el proceso. A veces, podemos “recargar las pilas” gracias a las personas de nuestro alrededor. Ni siquiera tienen por qué ser familia o amigos, simplemente un refuerzo externo que te inspire a continuar.
Mantener la motivación para estudiar es vital para la preparación de la oposición. A veces, la pertenencia a un grupo puede ayudar enormemente, tanto para mantener la disciplina como para sentirse comprendido por otros que atraviesan el mismo camino. Si estás pensando en apuntarte a una academia para que te ayude en este aspecto y establecer una disciplina de estudio, puedes consultar nuestros grupos disponibles.
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