En otras ocasiones hemos mencionado aspectos importantes para el estudio a largo plazo, tales como la motivación para estudiar y técnicas para recuperarla o mantenerla. En el artículo de hoy hablamos de una consecuencia que tiene una ejecución incorrecta del estudio, desde la planificación hasta los elementos circunstanciales, y qué técnicas se pueden emplear para reducirlo.
Qué es el Estrés académico
Se trata de una reacción que surge en las personas que estudian cuando tienen que enfrentar una labor académica, desde realizar un trabajo concreto hasta estudiar para un examen. Los detonantes pueden ser tanto internos (como la autoexigencia) como externos (cumplir objetivos concretos, por ejemplo, o las circunstancias personales que afectan al estudio).
Si bien es cierto que cierto nivel de “estrés” es positivo para el estudiante, ya que provoca una activación y la predisposición para la resolución de la tarea, puede resultar perjudicial si se excede de intensidad o se alarga en el tiempo.
Posibles consecuencias del estrés académico
Las formas en las que se exterioriza esta inquietud interna pueden ser diversas, estos son solo algunos ejemplos de las posibles secuelas:
Físicas
- Somnolencia
- Dolores de cabeza
- Molestias estomacales
- Disminución o aumento de las ganas de comer
- Dolencias musculares
Psicológicas y emocionales
- Problemas de memoria
- Tristeza
- Apatía
- Irritabilidad
- Inquietud
Cómo evitar el estrés académico
Como comentamos, el verdadero problema no está en la mera existencia de un estrés que genera motivación para realizar las tareas, sino un exceso de él. Es decir, la clave es entender que es necesario hasta cierto punto.
Por ello, para evitar que esta bola de nieve se haga cada vez más grande, es importante realizar acciones preventivas. Un aliciente importante del estrés académico es la sobrecarga de tareas. Estas son algunas medidas sencillas:
- No sustituir las horas de sueño por estudiar, especialmente si esta situación se alarga en el tiempo.
- Ser realistas a la hora de hacer la planificación. Es tan negativo procrastinar como no alcanzar unas expectativas elevadas de rendimiento, ya que puede generar frustración y disminuir la motivación.
- Distribuir y hacer correctamente los descansos, tanto aquellos distribuidos durante el día como aquellos días destinados a hacer actividades fuera del estudio que permitan desconectar.
- Mantener un estilo de vida saludable. Lo ideal es comer alimentos saludables, beber mucha agua y hacer ejercicio.
Técnicas para reducir el estrés académico
En ocasiones, no se es consciente del elevado nivel de estrés que puede vivir un estudiante hasta que los efectos en el día a día no son realmente notables. Aún así, una vez que se ha llegado hasta cierto punto, son numerosas las acciones que pueden ayudar a disminuirlo o regularlo.
Por ejemplo, si no se sigue un estilo de vida plenamente saludable (no se hace suficiente ejercicio o la alimentación es irregular), se puede optar por otras alternativas que aportan bienestar en el día a día:
- Destinar un rato mínimo al día a dar una vuelta al aire libre.
- Planear actividades sociales.
- Reducir el tiempo diario de exposición a las pantallas de dispositivos electrónicos.
- Realizar actividades, incluso las más sencillas, que produzcan satisfacción personal o que favorezcan el autocuidado.
Otras acciones eficaces pueden ser:
- Relajación consciente: especialmente cuando el estrés académico tiene un impacto psicológico, es importante aprender técnicas específicas de relajación tanto física como mental. Es decir, no limitar el descanso a tumbarse en una cama, sino poder realizar una meditación sencilla.
- Buscar apoyo: a veces, cuando una misma persona no es consciente de la situación en la que se encuentra, una buena manera de identificar o mermar el estrés es la ayuda externa.
- Probar una nueva actividad: puede ser una buena opción para despejar la mente, ya que se centra en hacer algo nuevo.
- Restar importancia a los pensamientos negativos: especialmente cuando comienzan a ser frecuentes y desembocan en un autoboicoteo. En ocasiones no se puede evitar su aparición, pero hay que procurar no darles peso.
- Rodearse de elementos que produzcan una calma física, como música relajante o elementos de aromaterapia.
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