Implementar herramientas de inteligencia artificial (IA) sin una estrategia adecuada puede comprometer no solo la eficiencia del sistema, sino también el cumplimiento normativo. A raíz del nuevo Reglamento de inteligencia artificial de la Unión Europea, se perfilan una serie de prácticas imprescindibles para garantizar una adopción segura, legal y efectiva de esta tecnología.
No basta con instalar: la IA no es plug and play
A diferencia del software tradicional, los sistemas de IA requieren una preparación previa rigurosa. El Reglamento de inteligencia artificial (RIA) define un marco legal que prioriza los derechos fundamentales, la seguridad de las personas y la protección de la democracia, prohibiendo expresamente desarrollos que vulneren estos principios.
Prácticas prohibidas según el RIA
La norma establece ocho categorías de uso inaceptable de la IA:
- Manipulación del comportamiento mediante técnicas subliminales.
- Explotación de vulnerabilidades personales o sociales.
- Sistemas de puntuación social, similares a los usados en contextos autoritarios.
- Predicción penal basada en perfiles, sin hechos objetivos previos.
- Ampliación de bases biométricas por captura masiva de imágenes.
- Inferencia de emociones en entornos laborales o educativos.
- Clasificación biométrica sensible (raza, religión, orientación sexual…).
- Identificación biométrica remota en espacios públicos, salvo excepciones muy concretas.
Gobernanza de datos: un requisito esencial
El artículo 10 del RIA exige que los sistemas de alto riesgo usen datos de calidad, bien anotados, actualizados y libres de sesgos. Aunque este precepto se aplica a los sistemas clasificados como de alto riesgo, sus principios son aplicables a cualquier implementación de IA para asegurar la fiabilidad de los resultados y evitar responsabilidades legales.
Seguridad y análisis de riesgos
Todo despliegue de IA debe ir precedido de un análisis de riesgos que identifique medidas técnicas y organizativas necesarias para un uso seguro. La corrupción de datos o decisiones automatizadas inadecuadas son riesgos reales que deben prevenirse desde el diseño del sistema.
Formación del personal: una obligación legal
El artículo 4 del RIA impone que tanto proveedores como usuarios garanticen la formación suficiente de las personas encargadas del uso de la IA. La supervisión humana es un principio clave: las decisiones automatizadas deben entenderse, contextualizarse y controlarse.
Responsabilidad del usuario
La normativa también contempla la responsabilidad del usuario, incluso si el sistema ha sido correctamente diseñado. Introducir datos erróneos, usar herramientas para fines no previstos o permitir el uso no autorizado dentro de la organización puede derivar en sanciones y daños reputacionales.
Recomendaciones básicas para implementar IA
Antes de contratar o implantar un sistema de inteligencia artificial, conviene:
- Definir con precisión el propósito del sistema.
- Verificar la información precontractual sobre el producto.
- Asegurar una gobernanza sólida de los datos internos.
- Formar adecuadamente a todo el personal implicado.
- Adoptar medidas de seguridad y control organizativo.
- Establecer políticas claras sobre el uso permitido y prohibido dentro de la entidad.
Adoptar IA sin planificación y sin garantías puede traducirse en riesgos legales, operativos y éticos. El cumplimiento del Reglamento de inteligencia artificial no es solo una obligación jurídica, sino también una garantía de eficiencia y confianza para organizaciones públicas y privadas.
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